El tiempo retrocedió por una noche. Con esta frase podríamos resumir lo que viví en el concierto de Suede.
Brett Anderson y los suyos me transportaron 18 años atrás, cuando sólo era un chaval de extrarradio que escuchaba música inglesa en el equipo AIWA de su padre. Conseguir retroceder en el tiempo por una noche es difícil, por eso cuando se logra, se recuerda para siempre.

Esto es lo que me ofreció Suede ayer. Una liturgia de temas clásicos de la banda. Uno tras otro, con un público entregado y rozando la cuarentena. Aunque esa noche eran jóvenes, como rezaba la canción...So Young!!!



El concierto comenzó con una canción acústica para hacer entrar a todos en calor. El porte y la clase del dandy Brett Anderson se dejaron ver y los años parecen no pasarle factura.

Con sólo una gran tela blanca y juego de luces azules, rojos y verdes, Suede logra llegar y tocar la fibra de su público. Continúan con su chorreo de hits como Trash, Animal Bitrate, Heroine... y hacen que la sala vaya adorándolos.

También aunque no lo parezca venían a presentar disco y las canciones It Starts and Ends with you, Barriers o Snowblind se colaron entre hits sin perder el hilo transportador al pasado que nos estaba llevando Suede.

Continuaba el viaje al pasado musical con temazos del la música británica más guitarreros como Metal Mickey o  Filmstar y más clásicos como The Drowners o Stay Together.


Curiosidades como las que viví ayer al escuchar We are the pigs son dignas de comentar. Ver a una pareja de cuarentones saltando y con cara de felicidad los dos, recordando quizás cuando salían de fiesta o cuando se conocieron, son las que  hacen que me encante lo que hago. Hablar sobre lo que veo en el escenario y plasmarlo en palabras para que la gente que estuvo allí lo refresque y la que no, lo viva como lo vivíamos en ese instante los que estábamos. Esa es una de las razones por las que amo la música. Nos transporta a estados que otras cosas no pueden hacerlo, nos eleva o empequeñece según quiere y nos desprende de nuestros tapujos para solamente disfrutar de ella.

Después del ensayo filosófico sólo podía mejorar, así que el broche de oro lo ponía el himno generacional de Suede con Beautiful Ones y una sala Razzmatazz dando brincos de alegría y rememorando tiempos mejores. Un pequeño bis nos devolvió por un instante al britpop más puro y con New Generation me despedía de un concierto que hacía mucho tiempo que quería ver y al final pude conseguirlo. 

Larga vida al britpop (o eterno recuerdo tal vez!)